miércoles, 17 de septiembre de 2014

Anécdotas de la Investigación Histórica: el Soldado Carlista de Los Carabeos

Entrada actualizada el 01/02/2020: Se elimina el término "zuavo" del artículo.

Hay determinas ocasiones donde el proceso mismo de la investigación depara pequeñas sorpresas. La siguiente fue por partida doble (y nunca mejor dicho).

Estación de Los Carabeos (Cantabria)
Me encontraba en al archivo histórico eclesiástico de Bizkaia buscando información en los archivos parroquiales referente al registro de defunciones de soldados relacionados con las Batallas de Somorrostro. Y si bien el resultado no fue plenamente satisfactorio, me encontré con una defunción que me llamó la atención. Hacía referencia a un soldado carlista enrolado en los batallones cántabros que era originario de Los Carabeos (Cantabria). Pues bien, se trata del pueblo donde he veraneado toda la vida y de donde es originaria parte de mi familia. Pueblo de Campoo, hoy en día de tamaño reducido, me costaba asimilar que hace más de 100 años un muchacho saliera de él para enrolarse en las huestes de Carlos VII.

Os presento el artículo que escribí en su momento para la revista ADELCA (Asociación de Amigos de Los Carabeos), y cuyo original podéis encontrar en la siguiente dirección:


En la investigación histórica es común encontrarse con anécdotas, la mayoría de ellas descubiertas por simple casualidad, que sin influir en el devenir de los acontecimientos históricos, justifican por sí solos la redacción de un corto artículo para su divulgación.

Los Carabeos y su comarca no fueron ajenos a las guerras decimonónicas y al momento convulso, tanto social, militar como político, en el que se encontraba España, o mejor dicho, las Españas a lo largo de todo el siglo XIX. Tanto la Guerra de la Independencia (1808-1814), como la 1ª Guerra Carlista (1833-1840) dejaron su huella en el territorio de Los Carabeos, y olvidados de la memoria local, llegaron a nosotros gracias a las anotaciones recogidas en distintos archivos, generalmente referidos a las tropelías que cometían las tropas que atravesaban la zona. Y como no podía de ser de otra forma, la última Guerra Carlista (1872-1876) también hizo acto de presencia.

Fue en la noche del 20 al 21 de agosto de 1873 cuando bajo la supervisión del burgalés Fernando Fernández de Velasco (1835-1912) se armaron los voluntarios carlistas cántabros, que no tardaron en marchar hacia Bizkaia para reunirse con los ejércitos del Norte. El 23 de ese mismo mes hicieron su entrada en la villa de Balmaseda, uniformados con pantalones y blusas de tela azul, boinas blancas con borlas verdes y una notable multiplicidad de armamento que incluía: fusiles Remington, Berdan y carabinas Minies. Allí se sumaron a otras exiguas fuerzas montañesas formando con unos 300 hombres y unos pocos caballos, el denominado 1º Batallón de Cantabria. No tardaron en cambiar su vestuario inicial, adquiriendo la conocida boina y pantalón encarnado que diferenciaba a la mayoría de soldados carlistas. El escuadrón de caballería, al mando de José Díaz Crespo, fue el encargado de seguir reclutando “voluntarios” por los pueblos de Cantabria, organizando rápidas expediciones y retornando a Balmaseda, ya fuera con nuevos partidarios de la causa, con caballos o con dinero de “contribuciones” con las que se armaba, vestía y mantenían las crecientes fuerzas cántabras. En diciembre de 1873, se considera que el 1º de Cantabria se encuentra plenamente operativo, e incluye una compañía de Guías Zuavos, una de Cadetes y otra del Requete; además del escuadrón de Caballería. En total unos 900 hombres. Ya en 1874 se pudo organizar otro batallón, el 2º de Cantabria, con lo que las fuerzas cántabras pasaron a denominarse “Brigada de Cantabria”. A partir de ese momento la Brigada formó parte de numerosas acciones y acontecimientos bélicos de la guerra carlista, como fueron: el intento de tomar Santander, las cruentas batallas de Somorrostro, Abarzuza, Villaverde de Trucios, Lacar o Elgeta, dejando tras sí una estela de muchachos que no pudieron volver a los pueblos de los que salieron. Estos batallones cántabros escribieron su epitafio en febrero de 1876, cuando formaron por última vez en las cercanías del puente de Arnegi, frontera entre España y Francia, para seguidamente deponer sus armas y acompañar a su rey, Carlos VII, al exilio.

Iglesia de San Severino Abad
Francisco Andrés Marina nacido en Los Carabeos, vivió en primera persona los acontecimientos que aquí se resumen en relación con la presencia de voluntarios carlistas cántabros en los ejércitos de Carlos VII. Mozo de unos 21 años de edad, sólo conocemos origen, edad y nombre se sus padres, José y María, ambos de Los Carabeos. Del resto no podemos más que aventurarnos a pensar en las motivaciones o vicisitudes que hicieron a este joven llegar a formar parte de la Compañía de Guías Zuavos del 1º de Cantabria. Su muerte por herida en batalla ocurrida en el hospital carlista de Balmaseda quedó registrada el 8 de mayo de 1875 en el libro de finados de la iglesia de San Severino Abad. Junto con él, en el cementerio de esta villa, reposan otros tantos cántabros que corrieron la misma suerte que Francisco: Sebastián Herrero de Salcedo, Gregorio Santiago de Aldea, Venancio Lantarón de Arroyo… muchachos que ya fuese de forma voluntaria o por leva forzosa, marcharon a defender las pretensiones de un monarca en una guerra civil que se recuerda con un áurea de carácter romántico, para finalmente dejar sus vidas resumidas en las pocas líneas que un cura párroco redactó antes de darles sepultura”.
Fragmento de la partida de nacimiento de Andrés Marina.
Cortesía de Rafael Andres Seco

Tras la publicación del artículo en esta revista de carácter local recibí un correo electrónico donde se me indicaba que una persona que estaba realizando un estudio genealógico en el archivo diocesano de Santander, había leído el artículo y tenía el acta de bautismo de Francisco Andrés Marina: “Sabemos que nació y fue bautizado el 12 de agosto de 1853 en Barruelo de Los Carabeos”.y que el cura párroco había hecho la siguiente anotación al margen: “Murió soltero en el ejército el año de 1.875”.

El artículo que escribió, Sobre la identidad del soldado carlista de Los Carabeos, se puede descargar en el siguiente link:


Finalmente los dos extremos de la vida de este muchacho se habían cerrado; su partida de nacimiento y defunción se reencontraban 135 años después. Un principio y un fin. “Vida y muerte, convertidas en anécdotas de la historia”.

Actualización del 01/02/2020: Hablando con el historiador soportano Javier Colina, sobre la presencia de una compañía de zuavos en los batallones carlista de Cantabria, revisamos la bibliografía consultada para la elaboración de esta entrada. Así, Pardo San Gil en su artículo "La segunda guerra carlista en el Norte" cita que Cantabria contó con una "Compañía de Guías Zuavos de Cantabria (1873-76)"; sin embargo, en fuentes anteriores aparece la compañía de "Guías" pero sin añadir la coletilla de su carácter de "Zuavos". De hecho, en otros artículos o revisiones actuales también aparece el registro de "Guías-Zuavos" pero sin citar la fuente de origen.

En este sentido, es necesario destacar que en la partida de defunción del soldado, aparece como perteneciente a la "Compañía de Guías", siendo un añadido por mi parte, el término "zuavo", siguiendo el artículo de Pardo.

Tanto Rafael Palacio como Javier Suarez, especialista el primero en la última guerra carlista en Cantabria y en Zuavos carlistas el segundo, nos aportaron una clara respuesta: "no hay fuente documental que abale la presencia de zuavos carlistas en los batallones cántabros (ni en el ejército Real del Norte)". Por lo tanto, y mientras no aparezca algún documento que verifique dicha existencia, es obligatorio proceder a una corrección del artículo y asumir como un error o confusión la existencia de una compañía de "Guías-Zuavos" en los batallones cántabros carlistas.


6 comentarios:

  1. Muy interesante. Te confieso que algo he mirado en los archivos eclesiasticos (los del valle de Somorrostro), y no he encontrado nada llamativo, en el sentido de que no aparecen mayormente caídos en la batalla. He leído en algún sitio que los registraba el capellán del ejército y luego se registraban en su parroquia de origen ¿es esto así?. Un saludo. Armando

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    1. Buenas noches,
      al igual que tú también me he entretenido en esa búsqueda. Y el resultado fue un poco decepcionante, porque esperaba encontrar partidas de defunción en la iglesias de Somorrostro.
      Luego tome en consideración lo siguiente: por norma general los soldados heridos y muertos eran retirados por sus propios compañeros hacia sus lugares de estacionamiento o eran remitidos a los hospitales de campaña. En el caso carlista el hospital más importante habilitado para la campaña de Somorrostro estaba en Santurtzi. Desgraciadamente el libro de difuntos de la parroquia ardió a principios de los años 30 del siglo pasado. Irremediable perdida para estimar un número de bajas. Lo que si te puedo adelantar es que encontré 44 finados en la iglesia del Valle de Trapaga directamente relacionados con las Batallas de Somorrostro. Estoy preparando un artículo para dar salida a estos datos.
      En el caso liberal, muchos de los soldados caídos están registrados en los libros de parroquiales de la zona de Castro Urdiales (lo se de forma indirecta por una información que aparecía asociada a una casa rural en la zona de Otañes).
      Lo cierto es que desconozco lo que me comentas. Lo que si tengo claro es que todo hombre que era enterrado en sagrado, era registrado en el libro de finados de la parroquia por parte del párroco. Si se le amontonaba el trabajo o desconocía los datos necesarios (nombre, edad, origen,...), ponía algo así como:" di sepultura a 3 soldados carlistas". Desconozco si luego había un proceso de registro en la parroquia de origen. En el caso del soldados de Los Carabeos, la noticia llegó al pueblo de alguna forma, dado que el cura anotó al borde su partida de nacimiento la defunción del mismo.

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    2. Que coincidencia. La verdad es que estuve revisando bautismos y matrimonios de las parroquias de Somorrostro, a ver cómo les afectó la batalla. Y vaya si les afectó hay un descenso considerable y la cosa no se recuperó hasta más de un año después. Estoy muy interesado en cómo le afectó a la población civil local las batallas y había hecho unos recuentos de esto porque me parecía que podría esclarecer si la gente huyó o no o que pudieron hacer. ¿estamos trabajando en lo mismo?. Un saludo.

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    3. No. Esa linea de investigación es interesantísima. De hecho en el powerpoint de las conferencias incluía siempre este texto:

      La Campaña de Somorrostro tuvo un efecto en la población de la zona Las gentes de las poblaciones de Somorrostro y cercanas tuvieron que ceder sus casas para alojamiento, ceder provisiones, materiales, ser utilizados como mano de obra…
      Muchos de los habitantes de los caseríos en la zona de batalla abandonaron sus casas y algunos no volvieron. De hecho, dos años después de la batallas la mayoría de casas de Murrieta y Putxeta seguían destruidas. Los efectos demográficos de las batallas está todavía por estudiarse:
      -Mortalidad derivada de las enfermedades y condiciones sanitarias
      -Movimientos migratorios
      -Aumento poblacional tras guerra
      -Retorno de veteranos
      -etc.

      Jo, lo que me cuentas me lo imaginaba, pero tu ya estas hablando con datos tangibles. Personalmente sólo estoy interesado en el tema de mortalidad derivada de las batallas, enfermedades y demás desgracias relacionadas.... .

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  2. Igual lo sabes ya, pero los libros parroquiales de Castro Urdiales pueden consultarse on line a través de FamilySearc. Te dejo el enlace:

    https://familysearch.org/search/image/index#uri=https%3A%2F%2Ffamilysearch.org%2Frecapi%2Fsord%2Fwaypoint%2F96ZR-VZ9%3A357504401%2C358112501%3Fcc%3D2078544

    Un saludo.

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    1. Gracias! Precisamente km130 me habia comentado los mismo. No tenía ni idea.

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