La vida castrense no lo era todo. Una vez desmovilizados, prácticamente la totalidad de los soldados y muchos de los oficiales retornaban a la vida civil. Las crónicas recogidas por Apalategui nos hablan de fondistas, labradores, ganaderos, alpargateros, jardineros, abogados, terratenientes,… En algunos casos sus “otras vidas” resultan curiosas.
Nicolas Ollo Vidaurreta. Tomado del Estandarte Real |
Antes de empezar, una puntualización. Con las biografías pasa igual que con cualquier otro elemento que se quiera “reconstruir” a partir de datos fragmentarios y en ausencia total o parcial de las fuentes originales: existen elementos contradictorios o directamente erróneos. De ahí la necesidad de realizar una lectura crítica y constructiva de los elementos que posemos para que aporten la máxima verosimilitud.
Nicolás Ollo Vidaurreta nació en Ibero (Navarra) un 6 de diciembre de 1816, siendo bautizado dos días después en parroquia de Nuestra Señora de la Asunción con el nombre de Nicolás Mariano. Gracias a los archivos parroquiales sabemos que sus padres fueron Juan Miguel Ollo y Angela Josefa Vidaurreta Beramendi, y que por lo menos tuvo 3 hermanos: Martin Gregorio, Juan Antonia y Lorenzo María.
Casa natal de Nicolás Ollo en el pueblo de Ibero (Navarra) |
Leopoldo O'Donnell Tomado del Album Siglo XIX |
Espartero había salido victorioso de la I Guerra Carlista, adornando su apellido con el título de “Pacificador de España” y su ascenso en el poder del Estado había sido imparable, opuesto al conservadurismo de la entonces Regente María Cristina y a los sectores de políticas más moderadas. El 12 de octubre de 1840, tras una serie de revueltas y desordenes que se conocerán como “revolución de 1840”, conseguirá que María Cristina le ceda la regencia y que esta marche al exilio cinco días después. Amplios sectores del liberalismo moderado no habían visto con buenos ojos esta sucesión de acontecimientos, recelando notablemente de Espartero y comenzado un proceso de acercamiento a los sectores carlistas para formar un frente común en contra de la política del nuevo regente.
El 27 de septiembre de 1841 se alzará en Pamplona el general O’Donnell y junto con él, Nicolás Ollo. Otras ciudades se sumaran al proceso: Vitoria, Zaragoza, Bilbao… pero el alzamiento fracasará y los principales militares implicados, ante las posibles represalias, deciden exiliarse. Tanto O'Donnell como Ollo pasarán a Francia, desde donde seguirán, cada uno en su sector político, instigando para derrocar a Espartero y al gobierno de carácter progresista que esta impulsado.
No habrá que esperar demasiado, en 1843 tras un severo desgaste político se produce en el verano un nuevo levantamiento militar donde confluyen una amalgama de corriente políticas que incluyen a progresistas descontentos, sectores moderados y carlistas, y al que no dudan en sumarse los exiliados Ollo y O’Donnell. La regencia de Espartero termina de esta forma brusca, buscando refugio en Inglaterra. Comienza la denominada “Década Moderada”; diez años en los que el Partido Moderado detentará en exclusiva el poder gracias al apoyo de la Corona. De nuevo carlistas y moderados volverán a mirarse por encima del hombro, concluida la tregua y eliminado (al menos temporalmente) el enemigo común.
No habrá que esperar demasiado, en 1843 tras un severo desgaste político se produce en el verano un nuevo levantamiento militar donde confluyen una amalgama de corriente políticas que incluyen a progresistas descontentos, sectores moderados y carlistas, y al que no dudan en sumarse los exiliados Ollo y O’Donnell. La regencia de Espartero termina de esta forma brusca, buscando refugio en Inglaterra. Comienza la denominada “Década Moderada”; diez años en los que el Partido Moderado detentará en exclusiva el poder gracias al apoyo de la Corona. De nuevo carlistas y moderados volverán a mirarse por encima del hombro, concluida la tregua y eliminado (al menos temporalmente) el enemigo común.
Nicolás se reincorporará al ejército en 1844, siendo ascendido a teniente y destinado al Regimiento de la Princesa, con el cual estuvo de guarnición en Madrid, Cataluña y Pamplona. En 1854 alcanzará el grado de capitán.
Mientras, y cómo no podía ser de otra forma en estas Españas del XIX, la “década moderada” llegará a su fin con la “revolución de 1854”, en la que O’Donnell tiene un papel destacado. El militar-político que 10 años atrás había conspirado para bajar del poder a Espartero, contribuye a que de comienzo el denominado “Bienio Progresista”, volviendo a la presidencia del Estado... Baldomero Espartero. Un abrazo entre ambos militares entierra (de momento) sus "pequeñas" desavenencias.
El galimatías político de pronunciamientos y contrapronunciamientos, abandonos y retornos, tuvo una nueva vuelta de tuerca en 1856. De nuevo O’Donell, convertido en una especie de "Perro del Hortelano", desde su cargo como Ministro de la Guerra, aprovechará la conflictividad social que se vivió en los primeros meses de 1856 -motines de subsistencias en Castilla, huelgas en Cataluña, motines de quintas en Valencia-, para hacer un discurso catastrofista en las Cortes destinado (una vez más) a acabar con el gobierno progresista del Espartero. Los desordenes son sofocados con notable contundencia lo que agrava el descontento de la población. La presión sobre Espartero aumenta y sintiendo que ha perdido el respaldo de la Corona Isabel II, dimite.
Su puesto fue ocupado rápidamente por O'Donnell y su nombramiento, publicado el 14 de julio de 1856, fue acompañado de la declaración del estado de guerra en toda España en previsión de posibles revueltas auspiciadas por partidarios de Espartero. Su ascenso fue considerado por muchos un “golpe contrarevolucionario” que llevó a sus detractores a la calle, entre ellos elementos de la Milicia Nacional, que no dudaron en enfrentarse al ejército leal a O’Donnell. La represión fue feroz, especialmente en Cataluña.
Una vez aplastados todos los movimientos de resistencia y retirado Espartero de la escena política, el gobierno de O'Donnell decretó la supresión de la molesta Milicia Nacional, destituyó ayuntamientos y diputaciones y reprimió la prensa. Y Nicolás Ollo, leal al gobierno de turno, participó en 1856 en el desarme de la Milicia Nacional, siendo recompensado con el grado de comandante.
Muley el-Abbas hermano del Sultan al mando del ejército marroqui |
Los problemas que de continuo tenía España con Marruecos fueron inteligentemente magnificados y en agosto de 1859, tras un ataque a un destacamento en Ceuta, O’Donnell, exigió al sultán de Marruecos, Sidi-Mohammed-ben-Abderrhaman (Mohámmed IV) un severo castigo para los agresores y la finalización de estos actos de hostigamiento. Algo que al parecer ser no sucedió (o tal vez sí), pero poco importaba, el pretexto estaba ya servido. El 22 de octubre de 1859 O’Donell propuso en el Congreso la Declaración de guerra a Marruecos.
Indudablemente la actividad militar de Nicolás Ollo, al que habíamos dejado inmerso en la marejada política del momento, estaba unido a las decisiones de O’Donnell. Con 43 años se había casado el 27 de abril de ese mismo año en Berriozar (Navarra) con Ramona Recalde nacida en Salinas (Navarra). Y la llamada a la guerra, había trastocado, no sólo la recién creada unidad familiar, sino también un proyecto empresarial que había comenzado ese mismo año. Dejando atrás a su esposa, embarcará con su regimiento hacia África, adscrito al Segundo Cuerpo de ejército.
Batalla en la Guerra de Africa |
En los primeros meses de 1860, Ollo se distinguirá en las batallas de Tetuán (4 de febrero), Samsa (12 de marzo) y Wad-ras (23 de marzo), ascendiendo a Teniente Coronel; siendo recompensado con la Cruz de primera clase de San Fernando.
Infantería en la Guerra de Africa. Lámina de Josep Cusachs |
Dos meses después de concluida la campaña, Nicolás solicitará su retiro voluntario y volverá a Ibero con su mujer. Las biografías dicen que estaba hastiado por no ver reconocidos suficientemente sus méritos en el ejército, donde atesoraba ya más de 25 años de servicios. De nuevo en el pueblo, llegó el momento de retomar el proyecto que junto con su mujer había comenzado al poco de casarse… abrir un balneario.
Localización del molino de Ibero (Navarra) |
En 1770 el presbitero y médico, Casimiro Moreno Lascarro, ya se había fijado en la propiedades curativas de las aguas de Ibero, escribiendo la monografía "Methodo curativo, y virtudes de la agua mineral del Lugar de Ibero". Pero no sera hasta el siglo XIX cuando se de un relanzamiento de los tratamientos con agua por parte de la medicina de la época, recomendándose “tomar baños” para prevenir y curar numerosas afecciones. Es muy probable que un avispado Nicolás Ollo viera en el manantial que brotaba en su pueblo una buena posibilidad de negocio.
Según consta en el “libro de profesor” (no podido localizar el autor, ni la fecha de este documento), en 1859, el mismo año de su boda, el matrimonio adquirió el molino y el terreno circundante, que les hacía dueños del manantial. Sin descuidar la actividad molinera, comenzaron los trabajos y estudios pertinentes para construir un pequeño balneario. De hecho, ya en agosto de ese año, Nicolás había solicitado un análisis químico y estudio de las aguas con el claro objetivo de “explotarlas adecuadamente” al reputado médico Luis Martínez de Ubago Michelena (Pamplona 1832 -1890), además de realizar los pertinentes trámites burocráticos del momento para poner en marcha el negocio. Con todo ello conseguido, no dudo en publicitarse mediante la publicación de un pequeño libro titulado “Análisis de las aguas Minero Medicinales de Ibero".
Prólogo del folleto informativo "Análisis de las aguas Minero Medicinales de Ibero" firmado por Ollo. |
La guerra de África sin duda supuso un escollo a este proyecto empresarial, pero un año después de su retorno a Ibero, el 7 de agosto de 1861, en el autodenominado periódico monárquico “La Esperanza”, aparecía la siguiente noticia:
Se describía un espacio cómodo, de buena comida, y se vislumbraba el concepto de “casas rurales”, de la que Navarra actualmente es un exponente: “[…] y los que por motivos particulares deseen colocarse fuera de él, hallaran en el pueblo multitud de casa cuyos propietarios tiene habitaciones cómodas y desean recibir huéspedes”, además de comercializar agua embotellada bajo el nombre de “Ibero”.
El balneario funcionaba únicamente durante el verano, y año tras año, su apertura era publicitada en diferentes medios de comunicación. Al año siguiente, el recorte publicitario indicaba que se habían realizado algunas mejoras: “[…] este año se han mejorado todos los medios y métodos empleados […]”.
Publicidad del balneario en el periódico "La Esperanza" de 4 de junio de 1862 |
En 1868 en el libro "Crónica de la Provincia de Álava” explicaba en relación con “Baños Minerales de Navarra": “[…] Los más afamados son: […] Baños de Ibero: Son estas aguas minero-salinas, y su concurrencia es escasa. Los baños están abiertos del 12 de junio a 30 de septiembre”. Por aquel entonces también se le consideraba como un balneario de “tercera clase”, estando atendidos los que allí acudían por el médico-director D. Dionisio Jover y Lopez,que residía en Valladolid fuera de la temporada, según se índica en la revista "El siglo medico: Boletín de Medicina y Gaceta Médica.Volumen 15".
Joaquín Elío Ezpeleta |
En 1868 Nicolás recibirá la visita de Joaquín Elío y Ezpeleta (1806 - 1876) que según indica en el libro “Álbum de Personajes Carlistas”, le encomendó la tarea de organizar, preparar y comandar el 2º Batallón de Navarra. Ollo tenía ya 52 años, era un veterano que atesoraba importantes conocimientos militares, versado en la vida en campaña y conocedor de los lugares donde iba a volver a actuar.
En 1871 el balneario seguía funcionando, ya no encontramos en la hemeroteca anuncios publicitarios, pero en el periódico “La Esperanza” del 18 de mayo aparece la siguiente noticia: “Ha sido nombrado Francisco Chinchilla, médico director interino de los baños de Ibero (Navarra)".
El 21 de abril de 1872 se lanzará la proclama que dará comienzo al alzamiento carlista. Ollo además de formar su batallón, completará tres compañías de gipuzkoanos y dos de guías; y con estas fuerzas se dirigirá a Bera a recibir al Pretendiente. Pero la premura del alzamiento provocará una cierta desorganización inicial, y con apenas armamento para los voluntarios navarros, las tropas liberales desorganizan el embrión de ejército y se harán con el control de la situación. Tras el desastre de Oroquieta (4 de mayo de 1872) el pretendiente tendrá que pasar de nuevo la frontera, Navarra quedará apaciguada y 20 días después, los bizkainos se acogerán al convenio de Amorebieta. Ollo, perdidas las esperanzas, disolverá sus fuerzas y cruzará a Francia.
Desastre de Oroquieta. Tomado de Albún Siglo XIX |
Las biografías indican que Ollo fue un hombre altamente valorado por parte de la oficialidad, tanto carlista, como liberal y apreciado por sus hombres. Celestino Zabarte, un veterano carlista gipuzkoano nacido en Elgeta describía así un encuentro con él:
“Conocí a Ollo. Al pasar por el puente, nos habló en vascuence. Un hombre grueso, muy bueno”.
“Conocí a Ollo. Al pasar por el puente, nos habló en vascuence. Un hombre grueso, muy bueno”.
Por su parte el corresponsal de guerra Mr. MacGraham para el periódico londinense “The Evening Standard” incluía en su en la crónica del 29 de septiembre de 1873 una referencia a Ollo (Tomado del libro “Un corresponsal en España" de Enrique Roldan González):
“Desde Echarui nos encaminamos a Salinas […]. Yo observaba, atónito, como en cada pueblo, y cruce de caminos, las mujeres ancianos y niños salían a nuestro encuentro gritando: Larga vida a Carlos VII, Larga vida alos carlistas! Y también en este pueblo de Salinas, oíamos con gran entusiasmo decir: ¡Larga vida a Ollo, Larga vida a D. Nicolás! Porque tengo que decir que el brigadier Ollo vivió en este pueblo algún tiempo, casándose con una joven de la localidad, por lo que es evidente que se ha convertido en un héroe muy particular. Todo el pueblo parecía conocerle; niños de cuatro o cinco años se arremolinaban a los pies de los caballos, o aplaudían, mientras que él saludaba a los padres de las criaturas- […] me pareció ver al general Ollo que enrojecía por los vítores de la multitud, y que una lagrima de orgullo asomaba a sus ojos”.
“Desde Echarui nos encaminamos a Salinas […]. Yo observaba, atónito, como en cada pueblo, y cruce de caminos, las mujeres ancianos y niños salían a nuestro encuentro gritando: Larga vida a Carlos VII, Larga vida alos carlistas! Y también en este pueblo de Salinas, oíamos con gran entusiasmo decir: ¡Larga vida a Ollo, Larga vida a D. Nicolás! Porque tengo que decir que el brigadier Ollo vivió en este pueblo algún tiempo, casándose con una joven de la localidad, por lo que es evidente que se ha convertido en un héroe muy particular. Todo el pueblo parecía conocerle; niños de cuatro o cinco años se arremolinaban a los pies de los caballos, o aplaudían, mientras que él saludaba a los padres de las criaturas- […] me pareció ver al general Ollo que enrojecía por los vítores de la multitud, y que una lagrima de orgullo asomaba a sus ojos”.
Su figura será equiparada por los historiadores en prestigio a la de Zumalacarregui, y al igual que él, fue contrario al cerco de Bilbao. Sus victorias en las batallas de Somorrostro le harán acreditativo del título de “Conde de Somorrostro”. Lamentablemente para las aspiraciones carlistas, el 29 de marzo de 1874, mientras se encontraba observando los movimientos de tropas en los campos de Somorrostro, una granada le hirió de gravedad, muriendo a poco tiempo. En el Estandarte Real se describe su muerte con la épica que caracteriza a un medio propagandístico:
“Gracias á la amabilidad de nuestro distinguido amigo el Canónigo residente hoy en Astorga, D. Tomás Romero, […], podemos agregar los siguientes detalles, que nos comunica dicho señor: Cayó la mortífera granada, que á todos nos dejó como atontados y oigo decir a nuestro querido D. Tomás: “soy muerto, no me abandone” y después de haber dado la absolución al Auditor de guerra, que parecía iba a expirar por momentos, acudí a D. Nicolás y apretándome las manos me dijo: Sígame usted a donde me lleven, porque quiero morir como un verdadero cristiano, y así lo hice, y en San Salvador del Valle le administré los Santos Sacramentos, no me separé de su cabecera, viéndole morir con la fortaleza del mártir y con la fe de un verdadero cristiano”.
Traslado de los restos de Ollo a Estella. Tomado del blog: http://pitillas-navarra.blogspot.com.es |
En los archivos parroquiales consta que fue enterrado en Durango, pero el 16 de junio de 1912 se procedió en acto solemne a su traslado al cementerio de Estella, pasando por Lazkao, Etxarri Aranatz e Ibero, donde se colocó una placa conmemorativa que reza: "En este pueblo nació el Excmo. señor general carlista don Nicolás Ollo y Vidaurreta, el 6 de Diciembre de 1818. En esta casa vivió y de ella salió al campo del honor, donde murió defendiendo la bandera de Dios, Patria y Rey el 29 de Marzo de 1874. Dedican este homenaje a su memoria los carlistas de Navarra. Junio de 1912".
Panteón de los Generales (Estella). Tomado del blog: http://juantxo324.blogspot.com.es |
Sus restos se encuentran en el llamando "Panteón de los Generales" en el cementerio de la ciudad de Estella.
¿Y qué había sido del balneario? Parece ser que una vez que Ibero quedó bajo dominio efectivo carlista, vivió sus momentos de máximo esplendor ya que fue utilizado asiduamente por los heridos en combate.
Según se indica en el "libro del profesor", al morir su esposa Ramona, se pusieron los bienes del matrimonio a subasta para liquidar las deudas contraídas por motivo de la Guerra, que ascendían a un total de 700.000 reales. En 1879, se vendió el molino, el manantial y la casa de los baños a Félix Oroquieta, molinero de Barazpea y abuelo del actual dueño del complejo.
“Coincidiendo con la cata interior, se abrió otra al exterior apareciendo un arco de medio punto, de muy buena factura, sobre el que se apoya el muro del edificio. Dicho arco se asienta directamente sobre el terreno y bajo él discurre el agua que atravesando la huerta sale por un aliviadero del muro de contención, al río Araquil. Muy probablemente, este arco corresponde al edificio de baños, construido por el general carlista Nicolas Ollo […]. En la actualidad apenas se conserva vestigio alguno, a excepción de un pequeño lienzo de azulejos”.
Un lienzo de azulejos y un pequeño arco de la casa baños, apenas unos restos visibles de la empresa que un día puso en funcionamiento el militar y carlista, Nicolás Ollo Vidaurreta.
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