En no pocas ocasiones nos hemos referido a la aparente falta de interés o sensibilidad que, de forma general, la arqueología ha mostrado por los estudios de actividad humana del periodo histórico más reciente. Es cierto que existe una “arqueología de época moderna” implantada, pero si entendemos la actividad arqueológica como la ciencia encargada de completar los “vacíos históricos” a partir de evidencias materiales, resulta lógico pensar que, cuanto más próximos nos encontremos de nuestro presente, menor capacidad para desarrollar un discurso histórico tendrá la arqueología frente a una reconstrucción basada en fuentes documentales.
Sin embargo, este planteamiento es excesivamente simplista: tendemos a pensar que conocemos todos los detalles que forman parte de nuestro devenir de las últimas centurias, desdeñando en muchas ocasiones, los elementos tangibles de una época a la que denominamos contemporánea. La pregunta que nos debemos realizar es simple: ¿No quedan incógnitas que despejar de nuestro pasado más cercano?
Un Descubrimiento Fortuito
Localización del "Fuerte de Kurtzetxiki" |
En un primer momento se pensó que sería una de la varias defensas que se localizaban a lo largo del importante “Camino Real de Coches” que unía Arlaban con Irún. Pero las consultas centradas en el ámbito bibliográfico de la última Guerra Carlista no arrojaron ninguna identificación positiva; y por otro lado, era necesario confirmar que aquello que se observaba en la ortofoto se correspondía realmente con una estructura militar, y no era el resultado del uso de maquinaria pesada en trabajos forestales que hubiera perfilado, por puro azar, una composición asimilable a un foso perimetral.
Por ese motivo se remitió al arqueólogo y experto en fortificaciones Alfredo Moraza la localización del hallazgo para su valoración. En su respuesta se afirmaba que se trataba de un elemento “novedoso”, para el que no constaba asignación a un inventario patrimonial, careciendo, por tanto, de protección desde el punto de vista legislativo. Ante la importancia de estas palabras, se comunicó a la corporación municipal de Arrasate-Mondragón la presencia de la estructura, publicándose simultáneamente una pequeña referencia del descubrimiento y sus potencialidades en éste blog bajo el título “Hallazgos Inesperados: El Fuerte Invisible”.
El hallazgo despertó un especial interés en la comarca del Alto Deba, publicándose en el blog de la asociación Arrasate Zientzia Elkartea una entrada a cargo de la historiadora Ana Isabel Ugalde, donde se incorporaban datos relacionando la construcción con las Guerras Napoleónicas.
El hallazgo despertó un especial interés en la comarca del Alto Deba, publicándose en el blog de la asociación Arrasate Zientzia Elkartea una entrada a cargo de la historiadora Ana Isabel Ugalde, donde se incorporaban datos relacionando la construcción con las Guerras Napoleónicas.
Finalmente, la administración municipal de Arrasate-Mondragón, teniendo en cuenta el posible valor patrimonial del elemento, acordó realizar un estudio sobre las características y cronología del mismo, bajo la coordinación de Alfredo Moraza de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Evolución del paisaje en el monte Kurtzetxiki. Tomado del Google Earth |
En consonancia con el aspecto de divulgación y puesta en conocimiento de nuestra historia cercana, vamos a incorporar a esta entrada un buen número de datos incluidos en la memoria del proyecto, haciendo especial hincapié en la prospección geofísica que, utilizando la metodología asociada al estudio de “campos de batalla” fue incorporada en la rutina de trabajos arqueológicos como un elemento de conocimiento adicional.
Descripción de la Fortificación
El análisis de los pocos restos que se muestran en la cima del Kurtzetxiki permitieron una primera labor de reconstrucción por parte de Alfredo Moraza: “El Fuerte de Kurtzetxiki está dispuesto en la parte más elevada de la colina de idéntico nombre. […] El recinto presenta una planta muy regular y aparentemente simétrica a ambos lados de la colina. Su trazado puede seguirse de una manera bastante sencilla, gracias fundamentalmente a la depresión del foso perimetral que originalmente rodeaba todo su perímetro. En la actualidad no se aprecia, al menos en superficie, ningún tipo de resto de muro ni similar, ni tampoco indicios que en el pasado lo hubiera habido (bloques de piedra, argamasa,...). Además, en numerosos puntos de la superficie del recinto aflora el substrato geológico natural que aparentemente ha sido intencionadamente rebajado a fin de homogeneizar la superficie. El Fuerte presenta una planta poligonal presumiblemente cerrada de trazado mixto, pudiendo ser definida en virtud de la tratadística militar como una fortificación de carácter provisional o semipermanente o quizás de campaña.
Estaba conformado muy seguramente por un decaedro o quizás un dodecaedro que presenta por la banda S una serie de cortinas o lienzos con una línea quebrada articulada en forma de doble tenaza, es decir con un doble vértice saliente hacia la campaña. Por el sector septentrional el parapeto del Fuerte ha desaparecido casi completamente como consecuencia de remociones operadas en el terreno o quizás por el hecho de haber quedado las obras inconclusas, y solamente se puede apreciar el arranque de una de esas cortinas. Si bien puede suponerse que repetiría el esquema ya observado en la otra mitad.
Ortofoto con la planta conservada del fuerte con el posible trazado del cierre septentrional. Imagen cortesía de Alfredo Moraza |
Este aspecto ha quedado plenamente confirmado, al menos de un modo aproximativo, a la hora de llevar a cabo el análisis fotogramétrico del conjunto. A través del mismo se ha podido distinguir con mayor facilidad el relieve del terreno de ese sector septentrional, el cual quedaba oculto y apenas se podía apreciar in situ. Gracias a esa labor se puede intuir con mayor claridad la presencia del que sería el cierre de esa zona y que difiere ligeramente de lo inicialmente supuesto. En este presente sector se aprecia la presencia de dos grandes lienzos de muro en cuyo extremo se disponen dos pequeñas caponeras sobresalientes de forma triangular. En cada una de ellas se preveía la habilitación de los fusileros a fin de batir más certeramente el terreno circundante. El alto grado de alteración experimentado por el sector impide concretar mejor tanto las características como sus proporciones.
Las alas o extremos E y O del recinto se cierran con una estructura de planta semicircular mediante una estructura ligeramente saliente, correspondiéndose en ambos casos con los puntos más bajos del recinto. Cada uno de estos sendos baluartes presentaban unas dimensiones interiores aproximadas de unos 9-10 por 15-17 m. Es muy posible que atendiendo a su traza y disposición en ellos se hubiera previsto el asentamiento de las posiciones artillerías para su defensa y batir los flancos principales del conjunto ante el posible ataque enemigo.
El perímetro que delimitaba este Fuerte estuvo conformado por un parapeto o muro de cubrición destinado principalmente a proteger a los soldados de los posibles impactos desde el exterior. Este muro apenas si en la actualidad sobresale del terreno unos pocos centímetros (entre 30 y 50 cm), desconociéndose cuál pudo ser su altura real en su origen. Su anchura aproximada era de unos 1,50-2m. Estaba ejecutado exclusivamente con tierra prensada, procedente en su mayor parte de la extraída del propio foso perimetral, ya que no se ha podido registrar la presencia de otros materiales empleados en este tipo de obra. El estado de conservación de este muro era bastante deficiente, encontrándose muy erosionado por el transcurso del tiempo y los trabajos forestales de repoblación y talado llevados a cabo en la zona en tiempos recientes, así como por su parcial reaprovechamiento en el transcurso de los combates durante la Guerra Civil. Es posible que incluso en su parte superior dispusiere de algún otro tipo de cierre complementario de madera o fajina aunque este aspecto no puede determinarse con claridad a falta de indicios físicos o documentales al respecto (a modo quizás de una especie de empalizada o similar).
Perímetro de la fortificación una vez limpiado de maleza el foso. Foto cortesía de Alfredo Moraza |
Este foso presentaba una anchura variable en función del sector analizado, así en la banda SO esta rondaba en torno a los 4-5 m mientras en la SE aumentaba ligeramente alcanzando 5-6 m. En lo que se refiere a su profundidad es un dato muy complicado de determinar por los rellenos producidos tras su abandono con lo que las medidas actuales no son mas que aproximativas, estableciéndose ese desnivel en torno a los 1,50-2 m como media. Para salvar este obstáculo los defensores solían disponer en la zona más protegida o gola de una especie de pasarela o similar, la cual bien podía ser fija bien retirable, y que permitía dejar totalmente aislado el fuerte en caso de ataque.
Hacia el exterior de este foso, en la parte de la campaña, no se aprecia la presencia de glacis alguno, ni de ningún otro sistema defensivo complementario.
El espacio interior del recinto abarca una superficie suficiente como para alojar la guarnición destacada a este puesto, y que asimismo ésta pueda maniobrar con comodidad, así como poder desplazar las piezas de artillería con las que estuviera dotado. En superficie no se aprecia la presencia de ningún tipo de construcción relacionada con el mismo (cuarteles, almacenes, polvorines,...); una circunstancia que puede estar debida al hecho de haber sido ejecutadas con materiales perecederos, tal y como suele ser habitual en este tipo específico de construcciones, y por tanto haber desaparecido. […]
Las dimensiones del conjunto pueden establecerse de una manera aproximada en tanto que solamente se conserva con claridad poco más de la mitad del recinto fortificado original. Aún así, se puede afirmar que el mismo presentaba unas proporciones en torno a los 83-84 m en el eje E-O y de unos 44 en el N-S, las cuales incluyendo el trazado del foso se elevarían a los 95 por 55 m. Presentando un desarrollo longitudinal en la actualidad de unos 140 m, que en su globalidad podría rondar los 240 m. Disponiendo de una extensión superficial interior aproximada en torno a poco más de 2.700 metros cuadrados.
Constructivamente esta fortificación presentaría una traza sumamente sencilla, aunque se nos plantea la duda si realmente llegó a concluirse o no. El recinto estará adecuado al propio relieve natural de la colina, estando ligeramente descentrado hacia el Sur del vértice de la misma (una veintena de metros más o menos); seguramente con objeto de ejercer un mayor control sobre esa banda específica de territorio por ser la zona de donde presumiblemente debían provenir los ataques enemigos.
[…] La imagen resultante del presente Fuerte de Kurtzetxiki a través del análisis de los escasos restos conservados es un tanto complicada por las razones ya señaladas (obra inconclusa o parcialmente oculta, erosión, posible destrucción reciente). Puede señalarse que nos encontraríamos ante una fortificación de tamaño reducido (en torno a los 2.700/3.000 m2 de superficie) y por tanto con una capacidad de acuartelamiento de tropas y disposición de piezas de artillería para su defensa muy restringida. Estimativamente se puede establecer en torno a 60-80 el número de soldados que podrían acogerse tras sus muros con escasamente dos o tres piezas de artillería para batir el territorio contiguo. […]”.
Prospección Geofísica
En las últimas décadas se han consolidado interesantes campos de trabajo en ámbitos cronológicos o geoespaciales que parecían no tener cabida dentro de la estructura de conocimiento tradicional que se asocia a la Arqueología. Un paso adicional se ha dado en el terreno de la denomina “arqueología de los campos de batalla”, donde la acción combinada de instrumental de prospección geofísico, sistemas de posicionamiento global (GPS) y uso de sistemas de información geográfica (SIG), son considerados como herramientas indispensables para la obtención de resultados.
Prospección en el área de la Batallas de Somorrostro |
En el año 2010 comenzaron una serie de trabajos de puesta en valor de campos de batalla asociados a la última Guerra Carlista (1872-1876), donde se fue perfilando una línea de investigación relacionada a esta rama de la arqueología histórica que centra su atención en los lugares producto de guerras y contiendas. Parte de los resultados de aquellos trabajos pioneros en el ámbito de las guerras carlistas, fue la entrega de una memoria de actividades y la publicación de un artículo de corte científico (Prospección arqueológica del área relacionada con la “Batalla de las Muñecas” –Elaboración de un inventario arqueológico basado en sistemas de información geográfica - y Batallas de Somorrostro, 1874: Viejas Guerras, Nuevas Tecnologías), donde quedó patente que el uso combinado de detección metálica, GPS y SIG era capaz de generar, a partir de los hallazgos y su distribución espacial, un discurso histórico propio, complementario o incluso novedoso respecto al establecido por las fuentes bibliográficas.
A lo largo del 2016 esta metodología de prospección y tratamiento de datos fue adaptada para ser utilizada como herramienta adicional en los estudios arqueológicos específicos de fortificaciones que contemplasen la posibilidad de ampliar el conocimiento dentro de un área espacial que difícilmente sería abarcable mediante métodos de arqueología tradicional.
Mapa de distribución de hallazgos en fuerte Princesa de Asturias. Imagen cortesía de Ivan Roldan |
Destacan por esta especial característica los trabajos arqueológicos llevados a cabo en el fuerte Princesa de Asturias en Monte Esquinza (Villatuerta; Navarra) (Sobre la puesta en valor del fuerte de la Princesa de Asturias de Villatuerta -Revista Terra Stellae 2017, editada por el Centro de Estudios de Tierra Estella) o el estudio del reducto de Gazteluzar (Laudio-Okondo), dirigidos en su apartado de prospección geofísica por Ivan Roldan y supervisados por Sergio Escribano, ambos arqueólogos de la Universidad del País Vasco.
Pero al contrario que sucede en Kurtzetxiki, los trabajos desarrollados tanto en el Fuerte Princesa de Asturias, como en Gazteluzar, incluían una importante premisa inicial: en ambos casos se tenía un claro conocimiento del origen y uso de la fortificación gracias a fuentes documentales. Por lo tanto, él hasta el momento invisible y desconocido fuerte de Kurtztexiki constituía un perfecto elemento para abordar un trabajo de prospección geofísica de carácter metálico que aportase información adicional sobre la enigmática estructura, cumpliendo con los siguientes objetivos:
- Localización, georeferenciación e identificación de elementos que ayuden a establecer una cronología de la fortificación.
- Generación de una geobase de datos sobre soporte GIS, en el que se almacenaría distinta información de los elementos metálicos localizados y sobre el que se dispondrán distintas capas de información para facilitar el visionado e interpretación global de la distribución de los hallazgos y su posible relación con la fortificación.
- Utilización de los resultados obtenidos como información complementaria a la prospección arqueológica tradicional de sondeos.
Metodología Básica
En ausencia de un conocimiento previó de la potencialidad arqueológica del fuerte de Kurtzetxiki se optó por realizar una prospección de carácter básico con discriminación metálica con el objetivo de maximizar el área estudiada, estableciéndose transectos longitudinales a lo largo de la planta visible del fuerte en dirección Norte-Sur.
Labores de prospección en la cima de Kurtzetxiki. Imagen cortesía de Alfredo Moraza |
Una vez finalizados los trabajos de campo, ya en el gabinete, todos los datos del GPS (waypoints y tracks) y cámara digital fueron descargados y trasladados al SIG en forma de geobase de datos. Los waypoints correspondientes a los elementos localizados quedan reflejados como una capa shape de puntos con toda la información asociada a los mismos, incluida la fotografía “in situ” junto a la identificación aportada por la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Por su parte, el track referente al movimiento del operador fue trasformado en un polígono de 1,5 m de ancho correspondiente al movimiento de “barrido de suelo” que realiza el operador en su avance, identificándose así las zonas y áreas que han sido objeto de la prospección, almacenándose como un capa shape poligonal.
Consideraciones Previas
Uso del suelo en los últimos 70 años en Kurtzetxiki. Tomado de "Memoria del proyecto de documentación y valoración patrimonial del fuerte de Kurtzetxiki Arrasate (Gipuzkoa)" |
En el momento de realización de los trabajos de prospección geofísica, correspondiente al día 2 de octubre de 2016, se comprobó como la natural sucesión ecológica de la cubierta vegetal tras la desaparición del pinar, y en ausencia de un pastoreo intensivo, había favorecido el crecimiento y desarrollo de una comunidad de matorral bajo y arbusto, donde se incluían especies de zarzas y brezos.
Esta observación se consideraba de especial relevancia, ya que una de las limitaciones del uso de la detección metálica en los trabajos de campo radica en la presencia de vegetación arbustiva que imposibilite que el plato del aparato se desplace a escasos centímetros de suelo o dificulte el obligado movimiento pendular que precisa.
Área de Prospección
Se realizaron un total de 14 transectos de una longitud aproximada de 100 metros, con una separación media de unos 4 metros entre ellos de forma paralela a la actual pista forestal, cruzando el fuerte en un eje aproximado de Norte a Sur e incluyendo en el tramo estudiado zonas correspondientes al exterior, interior y foso de la fortificación
Transectos generados con la cinta de balizar (líneas verdes) y área prospectada (polígono azul) |
Hallazgos y Distribución
En el área prospectada se señalaron para proceder a su excavación un total de 70 elementos metálicos. “Todo el material localizado se encontraba en el estrato vegetal del terreno, con una profundidad máxima de unos 25-30 cm”, donde la mayor parte de ellos fueron identificados “in situ” como elementos residuales resultantes de combates de la Guerra Civil de 1936.
Mapa de distribución de los hallazgos en Kurtzetxiki |
La identificación posterior en dependencias de la Sociedad de Ciencias Aranzadi confirmó que prácticamente la totalidad de los hallazgos son inequívocamente identificables con restos de un campo de batalla correspondiente a la Guerra Civil de 1936-1939, compartiendo con el fuerte el mismo nicho geoespacial, pero no ámbito cronológico.
Se establecieron dos grandes grupos relacionados con “munición y armamento” (59% de los hallazgos) y “artillería” (27% de los hallazgos) que incluye grandes fragmentos de metralla y estopines. Un 4% de los hallazgos se corresponden con “elementos constructivos” (clavos, tornillos, restos de alambrada,…) mientras que un 10% se corresponden restos metálicos para los que no se ha podido establecer una identificación positiva (“Sin identificar”) A pesar de ello éstos últimos presentan una adscripción crono-tipológica similar a la de los anteriores.
Junto a estos restos de cartuchería de fusiles Máuser se pudo registrar al menos otros dos tipos de cartuchos pertenecientes también a armas largas: "un cartucho 8x56 mm, perteneciente a algún tipo de rifle o similar y restos de un cartucho de caza calibre 12 mm, correspondiente a una escopeta de perdigones".
También destaca por su alta representatividad (10% de los hallazgos) y por haberse localizado en agrupaciones, los estopines de percusión de artillería; siendo piezas empleadas para iniciar y propagar la combustión de la carga de proyección en el interior de la vaina de la munición en el momento del disparo de una pieza de artillería. “Estos elementos procedían en los cinco casos identificados de talleres hispalenses, bien de la Pirotecnia de Sevilla o bien de Pirotecnia Militar de Sevilla. Su localización se añade a la presencia de dos tapones de transporte de proyectiles y la presencia del fragmento de una banda conductora utilizada para no estropear demasiado el ánima del cañón y alargar así su vida útil. La presencia de todos estos elementos y su localización relativamente agrupados son evidencias indicativas de la existencia de una posición artillera en la cima del Kurtzetxiki. Ésta estaría situada concretamente en el extremo SO de la colina, y quizás otra menos definida en el extremo NO, desde las que realizaría un fuego continúo y estático contra las fuerzas enemigas. Según comunicación personal de expertos en materiales de Guerra Civil, los estopines recuperados se corresponden casi seguramente con elementos reglamentarios para piezas Schneider, y en concreto de un obús de montaña de 105, mientras que los tapones de transporte pertenecen a proyectiles “metralleros”.
Asociadas al grupo de artillería, han aparecido diseminadas por toda el área de prospección grandes fragmentos de hierro y otros metales de forma irregular correspondientes a restos de los proyectiles que impactaron en la zona o de metralla (14% de los hallazgos). La dispersión de los fragmentos de metralla localizados en los transectos son evidencias claras que la zona soportó un desgaste artillero de cierta importancia, incluida la explosión de los conocidos como “shrapnel” o “botes de metralla”, tal y como indica la aparición de un proyectil esférico de 14 mm perteneciente a estos artefactos.
También han quedado representados elementos de munición para armas cortas con la presencia de dos cartuchos: el primero con un calibre de 9x23 mm, común en la Guerra Civil para pistolas tipo Astra, Star, etc.; y el segundo, un cartucho para revolver de calibre .32 “Smith Wesson” de percusión central de idéntica cronología.
Por último, para un 10% de los hallazgos no ha sido posible establecer una identificación positiva ya fuera por su estado fragmentario o por su forma; si bien, su relación y distribución con el resto de materiales hace suponer que pertenecen a la misma etapa cronológica.
Interpretación de los Hallazgos
La imagen que ha generado el mapa de distribución de hallazgos en el Kurtzetxiki es un claro ejemplo de un campo de batalla de la Guerra Civil de 1936, donde prácticamente la totalidad de los elementos metálicos encontrados están directamente relacionados con este evento histórico y específicamente con los combates que en septiembre de 1936 tuvieron lugar en la zona.
Cartucho Mauser 7 x 57 mm |
Defensa de una posición por milicianos en las cercanías de Irun. Una imagen muy similar a los acontecimientos tenidos lugar en Kurtzetxiki a finales de septiembre de 1936 |
Las defensas establecidas por los defensores en la cima de la colina de Kurtzetxiki serán, en líneas generales, sumamente sencillas debido a la falta de medios materiales y humanos y la premura de tiempo (entre el comienzo de la ofensiva de Arlaban y la toma de Kurtzetxiki apenas transcurrieron cinco días)”.
Una duda que se nos plantea con semejante mapa de hallazgos, donde todos los materiales pertenecen a un único y especifico momento histórico, es afirmar la hipótesis de partida sobre la que hemos fundamentado el trabajo es veraz: que los restos conservados en la cima pertenecen a una estructura militar del XIX o anterior. En ausencia de otras consideraciones, se pudiera establecer que si todos los elementos que rodean la estructura son de la Guerra Civil, nuestra estructura defensiva objeto de estudio pudiera constituir un elemento más de ésta contienda.
¿Puede ser entonces nuestro fuerte "un artefacto" de la Guerra Civil de 1936? La respuesta de los expertos parece fuera de duda. Alfredo Moraza lo plasma directamente sobre la memoria de actividades entregada. Por otra parte, una interpelación personal a Jose Angel Brena, experto en fortificaciones del frente vasco de la Asociación Sancho de Beurko, indica que no se trata de una fortificación construida expresamente en la Guerra Civil. De igual forma se posiciona Rafael Palacio Ramos, experto en fortificaciones modernas en el ámbito territorial de Cantabria: la fisonomía poligonal que presenta la estructura en el monte Kurtzetxiki no responde a ninguna estructura de 1936.
Por lo tanto, nos encontramos ante un ejemplo más de reutilización de una zona estratégica, por lo que muy probablemente, una de las pocas defensas existentes en la zona durante los combates de 1936, fuera el uso como trinchera-parapeto de los fosos del fuerte, completada probablemente con sacos de tierra y cierres de alambrada, localizándose fragmentos de esta última en los trabajos de prospección. Curiosamente la mayor densidad de elementos metálicos se encuentra en las cercanías del foso perimetral del fuerte, lo que refuerza la hipótesis de una reutilización.
Una duda que se nos plantea con semejante mapa de hallazgos, donde todos los materiales pertenecen a un único y especifico momento histórico, es afirmar la hipótesis de partida sobre la que hemos fundamentado el trabajo es veraz: que los restos conservados en la cima pertenecen a una estructura militar del XIX o anterior. En ausencia de otras consideraciones, se pudiera establecer que si todos los elementos que rodean la estructura son de la Guerra Civil, nuestra estructura defensiva objeto de estudio pudiera constituir un elemento más de ésta contienda.
¿Puede ser entonces nuestro fuerte "un artefacto" de la Guerra Civil de 1936? La respuesta de los expertos parece fuera de duda. Alfredo Moraza lo plasma directamente sobre la memoria de actividades entregada. Por otra parte, una interpelación personal a Jose Angel Brena, experto en fortificaciones del frente vasco de la Asociación Sancho de Beurko, indica que no se trata de una fortificación construida expresamente en la Guerra Civil. De igual forma se posiciona Rafael Palacio Ramos, experto en fortificaciones modernas en el ámbito territorial de Cantabria: la fisonomía poligonal que presenta la estructura en el monte Kurtzetxiki no responde a ninguna estructura de 1936.
Obus Schneider . Tomado de "amonio.es" |
Respecto al emplazamiento artillero, claramente identificado por la concentración de estopines, es muy probable que perteneciese al bando nacional, donde una vez tomado el Kurtzetxiki procederían a subir una o varias piezas de artillería para seguir batiendo la resistencia republicana que se había retrasado a “las colinas dispuestas en la banda occidental del Valle, y desde las que se controlaba la población de Arrasate (Murugain, Udala, Kanpazar); estableciéndose una serie de intercambios artilleros entre ambas bandas con ésta población en medio de ese fuego cruzado".
En ausencia de otros hallazgos, más allá de los resultantes de un campo de batalla de la Guerra Civil de 1936, considero que la presente prospección metálica no descarta ningún periodo histórico entre el los XVII y XIX como origen de nuestro enigmático reducto. Sin embargo, sí es posible afirmar que en los alrededores del fuerte no hay evidencia de combates no relacionada con la batalla de 1936. En este sentido, los trabajos realizados previamente sobre campos de batalla de la última guerra carlista como Somorrostro o Las Muñecas, así como los trabajos de prospección en el fuerte de la Princesa de Villatuerta han mostrado una importante densidad de piezas metálicas características del periodo, en muchas ocasiones mezcladas con componentes de Guerra Civil, cuando ambos conflictos comparten el mismo ámbito geográfico. En este sentido, la ausencia de material es posible que nos este hablando de una ocupación efímera, de unos trabajos apresurados dejados inconclusos.
Sondeo en el fuerte. Tomado de la "Memoria del proyecto de documentación y valoración patrimonial del fuerte de Kurtzetxiki Arrasate (Gipuzkoa)" |
Debemos ser conscientes de las dificultades que conlleva la interpretación de determinados hallazgos en lugares que llevan siendo de interés estratégico y que pueden atesorar una sucesión de ocupación que nos puede llevar desde los albores de la Edad del Hierro hasta nuestra mas reciente Guerra Civil. Por lo tanto, y basándonos exclusivamente en las evidencias y distribución de los materiales metálicos localizados en las labores de prospección de carácter básico, nos encontramos en un campo de batalla de la Guerra Civil de 1936, en cuyo epicentro se localiza un estructura defensiva cronológicamente no coetánea, para la que no se ha podido establecer una asignación directa a un periodo histórico concreto.
Sondéos Arqueológicos
Siguiendo con lo descrito en la memoria de trabajos por parte de Alfredo Moraza, el sondeo arqueológico “destinado a localizar algún tipo de estructura constructiva y determinar las características de la posible secuencia estratigráfica existente” certificó “que el sector, tal y como se presuponía, presentaba una sencilla y muy reducida potencia, carente de relevancia alguna desde el punto de vista patrimonial. El depósito apenas presentaba indicios de encontrarse alterado fuera de las labores propiamente relacionadas con la explotación forestal de la parcela, con un depósito que apenas si alcanzaba los 40 cm de potencia”, siendo encontrados de nuevo algunos hallazgos relacionados con la Guerra Civil.
Los trabajos arqueológicos finalizaron con datos poco concluyentes en cuanto a la datación cronológica del enigmático fuerte de Kurtzetxiki, mientras paralelamente se trabajaba en el vaciado bibliográfico: “Efectuada inicialmente la revisión de las fuentes documentales y escritas disponibles en la actualidad no se pudo localizar dato alguno que hiciera referencia a este presente Fuerte, y que nos permitiera establecer más exactamente el momento exacto y contexto de su construcción y la posterior evolución experimentada. Este hecho resultaba paradójico teniendo en cuenta la relativa envergadura de las obras efectuadas en ese emplazamiento (aterrazamiento del terreno, construcción de fosos, etc.). Esta desesperante carencia de datos específicos hacía necesario llevar a cabo una investigación mucho más meticulosa e intensiva, y con ello efectuar la revisión de una serie de fuentes escritas complementarias que pudieran ofrecer nuevas pistas al respecto”.
Este objetivo llevó a los expertos de Aranzadi a la vista de distintos archivos o fondos documentales, así como a distintas bases de datos, tanto públicas como privadas. El resultado de la revisión permitió “dibujar con cierta claridad un largo proceso histórico que tiene a la población de Arrasate como eje principal de un relato centrado principalmente en el último cuarto de siglo y en el que se van relatando las distintas soluciones defensivas adoptadas por las autoridades arrasatearras, o provinciales, en cada uno de los distintos conflictos que se van sucediendo en el tiempo, estableciendo la posible relación de ellos con el Fuerte de Kurtzetxiki”.
Plano de Arrasate levantado por las tropas francesas en 1809. Tomado de la "Memoria del proyecto de documentación y valoración patrimonial del fuerte de Kurtzetxiki Arrasate (Gipuzkoa)" |
Puede que la historiadora Ana Isabel Ugalde tenga razón en afirmar que pudo ser obra de tropas napoleónicas; sin embargo, el laborioso trabajo de búsqueda de datos bibliográficos en relación con el reducto de Kurtzetxiki tampoco aportó información concluyente, manteniendo la incógnita de su origen: “A pesar del esfuerzo de investigación realizado no existe referencia documental alguna que haga alusión de una manera clara a las importantes obras llevadas a cabo en el monte Kurtzetxiki. La única duda que se ha planteado es la posibilidad de haberse construido en el período bélico conocido como última Guerra Carlista (1872-1876), y en concreto durante las primeras fases del conflicto antes de la toma de la población por parte de las fuerzas carlistas (agosto de 1873). En ese momento se hace referencia a la existencia en ese entorno, entre Aretxabaleta y Arrasate aproximadamente, de un definido como "castillo" que desconocemos si realmente fue construido o simplemente quedó en un mero proyecto y que pudo estar destinado a flanquear la población arrasatearra de un posible ataque enemigo por esa banda oriental. La referencia, en sí, es muy poco clara al respecto y […] parece relacionarse con alguna posición fortificada ejecutada en la zona de Araotz que nuestro presente Fuerte”.
Conclusiones Agridulces
En la memoria se resume con notable claridad el agridulce resultado del esfuerzo realizado: “A modo de conclusión puede señalarse que las distintas labores de investigación desarrolladas por el equipo multidisciplinar de trabajo (tipología constructiva, intervención arqueológica, recopilación histórico-documental, levantamiento planimétrico,...) nos han permitido registrar la presencia de una construcción militar de cierta relevancia sobre la que no se disponía de referencia escrita alguna. Su relevancia viene dada por su estratégica ubicación en la parte alta de la presente colina, desde la que prácticamente se dispone de un control visual de 360º en su alrededor, lo cual la convertirá en una pieza fundamental en el entramado defensivo de la localidad arrasatearra”. Sin embargo, “a día de hoy, y a pesar del esfuerzo investigativo llevado a cabo, no podemos determinar ni en qué momento fue edificado este Fuerte de Kurtzetxiki ni quiénes fueron sus artífices. Tres, quizás cuatro, son los momentos o períodos históricos en los que aparentemente pudo llevarse a cabo su construcción con mayor probabilidad atendiendo principalmente al contexto bélico de desarrollo de los acontecimientos. Si bien es necesario señalar que en todas las propuestas nos quedamos en el plano de mera hipótesis ya que no existe certeza alguna al respecto, salvo un ejercicio de probabilidad: la Guerra de la Convención (1792-1795); las Guerras Napoleónicas (1808-1813); y finalmente la Segunda Guerra Carlista (1872- 1876)”.
Imagen aérea del fuerte. Cortesía de Alfredo Moraza |
Si recorremos los restos de su inacabado foso nos encontraremos ante una “fortificación de campaña o semipermanente atendiendo a sus sencillas características constructivas, […] diseñada para defender una posición con un carácter provisional, durante un período limitado de tiempo, aunque en ocasiones esta circunstancialidad inicial suele prolongarse durante varios años. Será erigido con un objetivo doble, por un lado salvaguardar la población de Arrasate de cualquier amenaza externa y por el otro de ejercer como elemento disuasorio ante un posible ataque enemigo. Esta provisionalidad se acentúa aún más en el caso de Kurtzetxiki por el hecho que parece que esta fortificación no llegó siquiera a concluirse, quedando la obra sin culminar”.
El fuerte Kurzttixiki ha mostrado ser un “hueso duro de roer”: Cronológicamente cercano en el tiempo, a pesar de los esfuerzos de un equipo interdisciplinar, la estructura de defensa que alguien construyó en un momento convulso, únicamente nos ha permitido realizar una descripción y reconstrucción de su fisonomía; pero ha decido, al menos de momento, privarnos de su historia y cronología.
Indudablemente este hecho no invalida su valor patrimonial y es, precisamente su halo de misterio, el que dota a Kurtzetxiki de una singularidad que no poseen otras fortificaciones. Estamos seguros, que tarde o temprano, un hallazgo determinará fehacientemente su cronología, más allá de su reutilización en un campo de batalla en la Guerra Civil de 1936.
Nuevos Retos
Asistimos a unos años de notable evolución tecnológica en el ámbito de los estudios geoespaciales: ortofotos, LIDAR, SIG, georadar, son términos que ya forman parte de cualquier estudio relacionado con la gestión del territorio. Pero la entrada arrolladora de tecnología asociada al uso los drones y el análisis de imágenes espectrales abre nuevas y apasionantes vías de trabajo que seguramente facilitaran o mejoraran el conocimiento de nuestro medio. Es condición obligada de nuestra labor como investigadores adaptarnos a estos saltos tecnológicos y buscar la forma de incorporarlos como herramientas a nuestras rutinas de trabajo, valorando sus potencialidades y carencias.
También debemos ser conscientes que hay infinidad de detalles que se escapan de nuestro conocimiento, siendo el fuerte de Kurtzetxiki un ejemplo de ello. Una estructura oculta y desconocida en mitad de un medio tan humanizado como es el valle del Deba, nos debe hacer reflexionar sobre aquello que creemos conocer y sobre aquello que realmente conocemos de nuestro patrimonio bélico.
En esta órbita de re-descubrimientos, no creo equivocarme al afirmar que en los próximos años serán numerosos los trabajos arqueológicos que tendrán como punto de partida aquellas evidencias materiales que dejaron los conflictos que bajo el término de Guerras Carlistas aglutinan una historia poco conocida, muy reciente y extremadamente condicionadora de nuestro devenir como sociedad en las últimas dos centurias. Por tanto, debemos empezar a familiarizarnos con el término de “Arqueología de las Guerras Carlistas” dentro de ese conjunto de disciplinas que hoy constituye la “arqueología de época reciente”, y que sin duda serán referente de multitud de citas en años venideros.
Agradecimientos: Jon Garai del Ayuntamiento de Arrasate-Mondragon, Alfredo Moraza de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Jose Angel Brena de la Asociación Sancho Beurko, al Doctor en Historia Rafael Palacio y a los arqueólogos Ivan Roldan, Gorka Martin y Aitor Juaristi.