jueves, 5 de febrero de 2015

Nicolas Ollo Vidaurreta: Carlista, Militar y Empresario

La vida castrense no lo era todo. Una vez desmovilizados, prácticamente la totalidad de los soldados y muchos de los oficiales retornaban a la vida civil. Las crónicas recogidas por Apalategui nos hablan de fondistas, labradores, ganaderos, alpargateros, jardineros, abogados, terratenientes,… En algunos casos sus “otras vidas” resultan curiosas. 

Nicolas Ollo Vidaurreta.
Tomado del Estandarte Real
La figura militar de Nicolás Ollo Vidaurreta es un recurrente en la historia de la última guerra carlista y en este blog será citado de forma periódica. Pero más allá de su carrera militar, existen hechos menos conocidos, más anecdóticos, que humanizan notablemente la marcialidad que destilan las biografías militares; porque durante un tiempo, Nicolás Ollo, además de militar y carlista, fue empresario.

Antes de empezar, una puntualización. Con las biografías pasa igual que con cualquier otro elemento que se quiera “reconstruir” a partir de datos fragmentarios y en ausencia total o parcial de las fuentes originales: existen elementos contradictorios o directamente erróneos. De ahí la necesidad de realizar una lectura crítica y constructiva de los elementos que posemos para que aporten la máxima verosimilitud.

Nicolás Ollo Vidaurreta nació en Ibero (Navarra) un 6 de diciembre de 1816, siendo bautizado dos días después en parroquia de Nuestra Señora de la Asunción con el nombre de Nicolás Mariano. Gracias a los archivos parroquiales sabemos que sus padres fueron Juan Miguel Ollo y Angela Josefa Vidaurreta Beramendi, y que por lo menos tuvo 3 hermanos: Martin Gregorio, Juan Antonia y Lorenzo María.

Casa natal de Nicolás Ollo en el pueblo de Ibero (Navarra)
Lamentablemente desconocemos cómo se desarrollaron los primeros años de la vida de Nicolás, a fin de cuentas los historiadores sólo parecen haberse interesado por su vida castrense. Según se describe en el libro "Albúm de Personajes Carlistas" (1887) con 18 años se alistó como voluntario carlista en el 3º Batallón de Navarra, participando en numerosas acciones y batallas, ascendiendo rápidamente de cabo de 1º a 2º y seguidamente a sargento. El 20 de octubre de 1836 es nombrado alférez y el 10 septiembre de 1837 será gravemente herido, lo que le obligará a estar un año y medio alejado de los campos de batalla para restablecerse. En marzo de 1839 se reincorporará a la lucha, participando en las últimas operaciones del ejército carlista en Navarra. Tras la finalización de la contienda se acogerá al Convenio de Vergara (31 de agosto de 1839), manteniéndose en el ejército con el grado de subteniente.

Leopoldo O'Donnell
Tomado del Album Siglo XIX
En 1841 colaborará activamente en Pamplona en el “pronunciamiento de 1841”. Esta conspiración sufragada desde el exilio por la ex-regente María Cristina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1806 – 1878) y a cuya cabeza estaban militares de tendencias políticas moderadas como Leopoldo O'Donnell y Jorís (1809-1867), pretendía acabar con el gobierno y con la figura del liberalismo progresista emergente que representaba Baldomero Espartero (1793 – 1879).

Espartero había salido victorioso de la I Guerra Carlista, adornando su apellido con el título de “Pacificador de España” y su ascenso en el poder del Estado había sido imparable, opuesto al conservadurismo de la entonces Regente María Cristina y a los sectores de políticas más moderadas. El 12 de octubre de 1840, tras una serie de revueltas y desordenes que se conocerán como “revolución de 1840”, conseguirá que María Cristina le ceda la regencia  y que esta marche al exilio cinco días después. Amplios sectores del liberalismo moderado no habían visto con buenos ojos esta sucesión de acontecimientos, recelando notablemente de Espartero y comenzado un proceso de acercamiento a los sectores carlistas para formar un frente común en contra de la política del nuevo regente. 

El 27 de septiembre de 1841 se alzará en Pamplona el general O’Donnell y junto con él, Nicolás Ollo. Otras ciudades se sumaran al proceso: Vitoria, Zaragoza, Bilbao… pero el alzamiento fracasará y los principales militares implicados, ante las posibles represalias, deciden exiliarse. Tanto O'Donnell como Ollo pasarán a Francia, desde donde seguirán, cada uno en su sector político, instigando para derrocar a Espartero y al gobierno de carácter progresista que esta impulsado.

No habrá que esperar demasiado, en 1843 tras un severo desgaste político se produce en el verano un nuevo levantamiento militar donde confluyen una amalgama de corriente políticas que incluyen a progresistas descontentos, sectores moderados y carlistas, y al que no dudan en sumarse los exiliados Ollo y O’Donnell. La regencia de Espartero termina de esta forma brusca, buscando refugio en Inglaterra.  Comienza la denominada “Década Moderada”; diez años en los que el Partido Moderado detentará en exclusiva el poder gracias al apoyo de la Corona. De nuevo carlistas y moderados volverán a mirarse por encima del hombro, concluida la tregua y eliminado (al menos temporalmente) el enemigo común.

Nicolás se reincorporará al ejército en 1844, siendo ascendido a teniente y destinado al Regimiento de la Princesa, con el cual estuvo de guarnición en Madrid, Cataluña y Pamplona. En 1854 alcanzará el grado de capitán.

Mientras, y cómo no podía ser de otra forma en estas Españas del XIX, la “década moderada” llegará a su fin con la “revolución de 1854”, en la que O’Donnell tiene un papel destacado. El militar-político que 10 años atrás había conspirado para bajar del poder a Espartero, contribuye a que de comienzo el denominado “Bienio Progresista”, volviendo a la presidencia del Estado... Baldomero Espartero. Un abrazo entre ambos militares entierra (de momento) sus "pequeñas" desavenencias.

El galimatías político de pronunciamientos y contrapronunciamientos, abandonos y retornos, tuvo una nueva vuelta de tuerca en 1856. De nuevo O’Donell, convertido en una especie de "Perro del Hortelano", desde su cargo como Ministro de la Guerra, aprovechará la conflictividad social que se vivió en los primeros meses de 1856 -motines de subsistencias en Castilla, huelgas en Cataluña, motines de quintas en Valencia-, para hacer un discurso catastrofista en las Cortes destinado (una vez más) a acabar con el gobierno progresista del Espartero. Los desordenes son sofocados con notable contundencia lo que agrava el descontento de la población. La presión sobre Espartero aumenta y sintiendo que ha perdido el respaldo de la Corona Isabel II, dimite.

Su puesto fue ocupado rápidamente por O'Donnell y su nombramiento, publicado el 14 de julio de 1856, fue acompañado de la declaración del estado de guerra en toda España en previsión de posibles revueltas auspiciadas por partidarios de Espartero. Su ascenso fue considerado por muchos un “golpe contrarevolucionario” que llevó a sus detractores a la calle, entre ellos elementos de la Milicia Nacional, que no dudaron en enfrentarse al ejército leal a O’Donnell. La represión fue feroz, especialmente en Cataluña.

Una vez aplastados todos los movimientos de resistencia y retirado Espartero de la escena política, el gobierno de O'Donnell decretó la supresión de la molesta Milicia Nacional, destituyó ayuntamientos y diputaciones y reprimió la prensa. Y Nicolás Ollo, leal al gobierno de turno, participó en 1856 en el desarme de la Milicia Nacional, siendo recompensado con el grado de comandante. 

Muley el-Abbas hermano del Sultan
 al mando del ejército marroqui
Con semejante clima de crispación, donde el gobierno parece el juego de las sillas o “el quítate tú pa’ ponerme yo”, nada mejor que una buena guerra colonial para despertar el espíritu de unificación nacional, entretener a los militares para alejarlos de conjuras y pronunciamientos; y ya de paso, regenerar la endeble imagen de España en el exterior.

Los problemas que de continuo tenía España con Marruecos fueron inteligentemente magnificados y en agosto de 1859, tras un ataque a un destacamento en Ceuta, O’Donnell, exigió al sultán de Marruecos, Sidi-Mohammed-ben-Abderrhaman (Mohámmed IV) un severo castigo para los agresores y la finalización de estos actos de hostigamiento. Algo que al parecer ser no sucedió (o tal vez sí), pero poco importaba, el pretexto estaba ya servido. El 22 de octubre de 1859 O’Donell propuso en el Congreso la Declaración de guerra a Marruecos.

Indudablemente la actividad militar de Nicolás Ollo, al que habíamos dejado inmerso en la marejada política del momento, estaba unido a las decisiones de O’Donnell. Con 43 años se había casado el 27 de abril de ese mismo año en Berriozar (Navarra) con Ramona Recalde nacida en Salinas (Navarra). Y la llamada a la guerra, había trastocado, no sólo la recién creada unidad familiar, sino también un proyecto empresarial que había comenzado ese mismo año. Dejando atrás a su esposa, embarcará con su regimiento hacia África, adscrito al Segundo Cuerpo de ejército. 

Batalla en la Guerra de Africa
Junto con él marcharan un importante grupo de militares de carrera con los que ya se había encontrado, en uno u otro bando, durante la I Guerra Carlista, además de otros personajes con los que compartirá "teatro de operaciones" en la siguiente guerra civil. En el transcurso de esta breve, pero intensa guerra colonial, se fraguaran amistades en soldados que posteriormente ocuparan posiciones encontradas en la guerra civil que está por venir. 

En los primeros meses de 1860, Ollo se distinguirá en las batallas de Tetuán (4 de febrero), Samsa (12 de marzo) y Wad-ras (23 de marzo), ascendiendo a Teniente Coronel; siendo recompensado con la Cruz de primera clase de San Fernando. 

Infantería en la Guerra de Africa. Lámina de Josep Cusachs
La contundente victoria conseguida en la denominada Guerra de África maquillará los padecimientos de la tropa, donde el cólera causará más muertos que las acciones de guerra. Tomando los datos que se muestran en el libro “Diario de un testigo del Guerra de África. Tomo I”, el número de muertos por heridas en combate fue de 1.212, y las debidas a enfermedades, 2.888. Si tenemos en cuenta que el número de efectivos del ejército ascendida a unos 36.000 hombres, tenemos que un 25% de los hombres se quedó por el camino.

Dos meses después de concluida la campaña, Nicolás solicitará su retiro voluntario y volverá a Ibero con su mujer. Las biografías dicen que estaba hastiado por no ver reconocidos suficientemente sus méritos en el ejército, donde atesoraba ya más de 25 años de servicios.  De nuevo en el pueblo, llegó el momento de retomar el proyecto que junto con su mujer había comenzado al poco de casarse… abrir un balneario.

Localización del molino de Ibero (Navarra)
El pueblo de Ibero está rodeado por agua. Los meandros de los ríos Arga y especialmente el Arakil lo envuelven prácticamente, pero son sus manantiales de agua minero medicinales, los elementos que resultan especialmente interesantes. De hecho, los estudios arqueológicos han constatado la más que probable presencia de unas termas romanas en el lugar del afloramiento de estas aguas. Y desde la Edad Media el manantial fue utilizado para el llenado de la cámara de carga de un molino harinero.

En 1770 el presbitero y médico, Casimiro Moreno Lascarro, ya se había fijado en la propiedades curativas de las aguas de Ibero, escribiendo la monografía "Methodo curativo, y virtudes de la agua mineral del Lugar de Ibero". Pero no sera hasta  el siglo XIX cuando se de un  relanzamiento de los tratamientos con agua por parte de la medicina de la época, recomendándose “tomar baños” para prevenir y curar numerosas afecciones. Es muy probable que un avispado Nicolás Ollo viera en el manantial que brotaba en su pueblo una buena posibilidad de negocio.

Según consta en el “libro de profesor” (no podido localizar el autor, ni la fecha de este documento), en 1859, el mismo año de su boda, el matrimonio adquirió el molino y el terreno circundante, que les hacía dueños del manantial. Sin descuidar la actividad molinera, comenzaron los trabajos y estudios pertinentes para construir un pequeño balneario. De hecho, ya en agosto de ese año, Nicolás había solicitado un análisis químico y estudio de las aguas con el claro objetivo de “explotarlas adecuadamente” al reputado médico Luis Martínez de Ubago Michelena (Pamplona 1832 -1890), además de realizar los pertinentes trámites burocráticos del momento para poner en marcha el negocio. Con todo ello conseguido, no dudo en publicitarse mediante la publicación de un pequeño libro titulado “Análisis de las aguas Minero Medicinales de Ibero".

Prólogo del folleto informativo "Análisis de las aguas Minero Medicinales de Ibero" firmado por Ollo.
Una anécdota secundaria resulta de conocer que Luis Martinez de Ubago, además de afamado médico-cirujano, pertenecía a una familia de claras tendencias liberales y que por aquel entonces había sido ya elegido vocal del comité de los republicanos de la capital navarra, siendo posteriormente concejal, primer teniente de alcalde y alcalde republicano entre el 13 de agosto y el 5 de septiembre de 1873. Firmó el bando del 15 de julio de 1873 que invitaba a los vecinos anticarlistas a tomar las armas en defensa del orden y de la República, advirtiendo que quienes no lo hicieran serían tenidos como afectos al carlismo y tendrían que pagar contribuciones de guerra. Así que unos años después de parecer juntos los nombres de Ollo y Martinez de Ubago en esta publicación, las tendencias políticas y especialmente una guerra civil les iba a separar notablemente. 

La guerra de África sin duda supuso un escollo a este proyecto empresarial, pero un año después de su retorno a Ibero, el 7 de agosto de 1861, en el autodenominado periódico monárquico “La Esperanza”, aparecía la siguiente noticia:

Se describía un espacio cómodo, de buena comida, y se vislumbraba el concepto de “casas rurales”, de la que Navarra actualmente es un exponente: “[…] y los que por motivos particulares deseen colocarse fuera de él, hallaran en el pueblo multitud de casa cuyos propietarios tiene habitaciones cómodas y desean recibir huéspedes”, además de comercializar agua embotellada bajo el nombre de “Ibero”.

El balneario funcionaba únicamente durante el verano, y año tras año, su apertura era publicitada en diferentes medios de comunicación. Al año siguiente, el recorte publicitario indicaba que se habían realizado algunas mejoras: “[…] este año se han mejorado  todos los medios y métodos empleados […]”. 
Publicidad del balneario en el periódico "La Esperanza" de 4 de junio de 1862
Algunos de estos anuncios los firmaba Ollo directamente, como este aparecido en el periódico “La Correspondencia” el 13 de julio de 1864.

En 1868 en el libro "Crónica de la Provincia de Álava” explicaba en relación con “Baños Minerales de Navarra": “[…] Los más afamados son: […] Baños de Ibero: Son estas aguas minero-salinas, y su concurrencia es escasa. Los baños están abiertos del 12 de junio a 30 de septiembre”. Por aquel entonces también se le consideraba como un balneario de “tercera clase”, estando atendidos los que allí acudían por el médico-director D. Dionisio Jover y Lopez,que residía en Valladolid fuera de la temporada, según se índica en la revista "El siglo medico: Boletín de Medicina y Gaceta Médica.Volumen 15".

Joaquín Elío Ezpeleta
Mientras, la corriente política del carlismo continuaba su lucha y no habían sido pocas las conspiraciones y fallidas intentonas de alzamiento que habían inducido (Guerra de los Matiners 1846, insurrección montemolinista 1855, desembarco en San Carlos de la Rápita 1860,...) dentro del marco general de inestabilidad política y militar que seguían alentando las ideas más reaccionarias a medida que gobiernos liberales, moderados o progresistas, seguían tocando elementos como la religión o la foralidad. 

En 1868 Nicolás recibirá la visita de Joaquín Elío y Ezpeleta (1806 - 1876) que según indica en el libro “Álbum de Personajes Carlistas”, le encomendó la tarea de organizar, preparar y comandar el 2º Batallón de Navarra. Ollo tenía ya 52 años, era un veterano que atesoraba importantes conocimientos militares, versado en la vida en campaña y conocedor de los lugares donde iba a volver a actuar. 

En 1871 el balneario seguía funcionando, ya no encontramos en la hemeroteca anuncios publicitarios, pero en el periódico “La Esperanza” del 18 de mayo aparece la siguiente noticia: “Ha  sido nombrado Francisco Chinchilla, médico director interino de los baños de Ibero (Navarra)".

El 21 de abril de 1872 se lanzará la proclama que dará comienzo al alzamiento carlista. Ollo además de formar su batallón, completará tres compañías de gipuzkoanos y dos de guías; y con estas fuerzas se dirigirá a Bera a recibir al Pretendiente. Pero la premura del alzamiento provocará una cierta desorganización inicial, y con apenas armamento para los voluntarios navarros, las tropas liberales desorganizan el embrión de ejército y se harán con el control de la situación. Tras el desastre de Oroquieta (4 de mayo de 1872) el pretendiente tendrá que pasar de nuevo la frontera, Navarra quedará apaciguada y 20 días después, los bizkainos se acogerán al convenio de Amorebieta. Ollo, perdidas las esperanzas, disolverá sus fuerzas y cruzará a Francia. 

Desastre de Oroquieta. Tomado de Albún Siglo XIX
A principios de diciembre de 1872 se encontraba en París, donde recibirá la orden de volver a entrar en España, junto con su nombramiento de Comandante General de Navarra. En ese momento carecía de recursos monetarios para emprender el viaje, ya que muy posiblemente todos sus bienes, incluido el balneario, habían quedado confiscados. Según se relata Francisco de Paula Olleren fue necesario que un amigo les prestara 600 reales para su viaje, entrando en Navarra en la noche del 21 al 22 de diciembre en compañía de 27 hombres. 

Las biografías indican que Ollo fue un hombre altamente valorado por parte de la oficialidad, tanto carlista, como liberal y apreciado por sus hombres. Celestino Zabarte, un veterano carlista gipuzkoano nacido en Elgeta describía así un encuentro con él:

 “Conocí a Ollo. Al pasar por el puente, nos habló en vascuence. Un hombre grueso, muy bueno”.

Por su parte el corresponsal de guerra Mr. MacGraham para el periódico londinense “The Evening Standard” incluía en su en la crónica del 29 de septiembre de 1873 una referencia a Ollo (Tomado del libro “Un corresponsal en España" de Enrique Roldan González):

Desde Echarui nos encaminamos a Salinas […]. Yo observaba, atónito, como en cada pueblo, y cruce de caminos, las mujeres ancianos y niños salían a nuestro encuentro gritando: Larga vida a Carlos VII, Larga vida alos carlistas! Y también en este pueblo de Salinas, oíamos con gran entusiasmo decir: ¡Larga vida a Ollo, Larga vida a D. Nicolás! Porque tengo que decir que el brigadier Ollo vivió en este pueblo algún tiempo, casándose con una joven de la localidad, por lo que es evidente que se ha convertido en un héroe muy particular. Todo el pueblo parecía conocerle; niños de cuatro o cinco años se arremolinaban a los pies de los caballos, o aplaudían, mientras que él saludaba a los padres de las criaturas- […] me pareció ver al general Ollo que enrojecía por los vítores de la multitud, y que una lagrima de orgullo asomaba a sus ojos”.

Su figura será equiparada por los historiadores en prestigio a la de Zumalacarregui, y al igual que él, fue contrario al cerco de Bilbao. Sus victorias en las batallas de Somorrostro le harán acreditativo del título de “Conde de Somorrostro”. Lamentablemente para las aspiraciones carlistas, el 29 de marzo de 1874, mientras se encontraba observando los movimientos de tropas en los campos de Somorrostro, una granada le hirió de gravedad, muriendo a poco tiempo. En el Estandarte Real se describe su muerte con la épica que caracteriza a un medio propagandístico:

Gracias á la amabilidad de nuestro distinguido amigo el Canónigo residente hoy en Astorga, D. Tomás Romero, […], podemos agregar los siguientes detalles, que nos comunica dicho señor: Cayó la mortífera granada, que á todos nos dejó como atontados y oigo decir a nuestro querido D. Tomás: “soy muerto, no me abandone” y después de haber dado la absolución al Auditor de guerra, que parecía iba a expirar por momentos, acudí a D. Nicolás y apretándome las manos me dijo: Sígame usted a donde me lleven, porque quiero morir como un verdadero cristiano, y así lo hice, y en San Salvador del Valle le administré los Santos Sacramentos, no me separé de su cabecera, viéndole morir con la fortaleza del mártir y con la fe de un verdadero cristiano”.

Traslado de los restos de Ollo a Estella. Tomado del blog:
http://pitillas-navarra.blogspot.com.es
Parece ser que en el lecho de muerte también recibió la visita de su Rey, conversando con él y “dándole las gracias por aquella prueba de cariño y decirle que moría con dos penas: la de no poder a acompañarle a Madrid y la de no haber conocido a la Reina Doña Margarita”. Antes de fallecer fue ascendido a teniente general. 

En los archivos parroquiales consta que fue enterrado en Durango, pero el 16 de junio de 1912 se procedió en acto solemne a su traslado al cementerio de Estella, pasando por Lazkao, Etxarri Aranatz e Ibero, donde se colocó una placa conmemorativa que reza: "En este pueblo nació el Excmo. señor general carlista don Nicolás Ollo y Vidaurreta, el 6 de Diciembre de 1818. En esta casa vivió y de ella salió al campo del honor, donde murió defendiendo la bandera de Dios, Patria y Rey el 29 de Marzo de 1874. Dedican este homenaje a su memoria los carlistas de Navarra. Junio de 1912". 
Panteón de los Generales (Estella). Tomado del blog:
http://juantxo324.blogspot.com.es

Sus restos se encuentran en el llamando "Panteón de los Generales" en el cementerio de la ciudad de Estella.

¿Y qué había sido del balneario? Parece ser que una vez que Ibero quedó bajo dominio efectivo carlista, vivió sus momentos de máximo esplendor  ya que fue utilizado asiduamente por los heridos en combate.

Según se indica en el "libro del profesor", al morir su esposa Ramona, se pusieron los bienes del matrimonio a subasta para liquidar las deudas contraídas por motivo de la Guerra, que ascendían a un total de 700.000 reales. En 1879, se vendió el molino, el manantial y la casa de los baños a Félix Oroquieta, molinero de Barazpea y abuelo del actual dueño del complejo.

En los estudios arqueológicos de 1995 realizados por Perex y Unzu citan los siguiente:

 “Coincidiendo con la cata interior, se abrió otra al exterior apareciendo un arco de medio punto, de muy buena factura, sobre el que se apoya el muro del edificio. Dicho arco se asienta directamente sobre el terreno y bajo él discurre el agua que atravesando la huerta sale por un aliviadero del muro de contención, al río Araquil. Muy probablemente, este arco corresponde al edificio de baños, construido por el general carlista Nicolas Ollo […]. En la actualidad apenas se conserva vestigio alguno, a excepción de un pequeño lienzo de azulejos”.


Un lienzo de azulejos y un pequeño arco de la casa baños, apenas unos restos visibles de la empresa  que un día puso en funcionamiento el militar y carlista, Nicolás Ollo Vidaurreta.

Panorámica actual del complejo del molino de Ibero. Tomado de Googlemaps

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